El escritor peruano emociona en la
Fiesta Literaria de la Mar con un relato en el que entremezcló sus dos
“paraísos”: Latinoamérica y Asturias
Contó
ayer Eduardo González Viaña, escritor peruano y agregado cultural de la
Embajada de Perú en España, que un día un chamán le pidió que viajase, a través
de la imaginación, a su “paraíso”. Y a donde la mente le llevó fue, primero, a
la bahía de Pacasmayo, en su país natal, y, a continuación, a Asturias, a
Cudillero.
El académico peruano y colaborador de LA
NUEVA ESPAÑA fue uno de los protagonistas de la Fiesta Literaria de la Mar que
anualmente organiza la asociación “Amigos de Cudillero”. Viaña es el autor del
trigésimo octavo cuaderno “Escritores en Cudillero”, que ayer leyó con una
entonación impecable ante cerca de 200 invitados. El prestigioso escritor
emocionó al afirmar en su obra, titulada “Descubrimiento de Cudillero”, que la
villa pixueta “no es un lugar al que se
llegue en coche”, sino “el pórtico que está detrás de la última puerta de tu
casa”; en su caso, “lo que viene después de la curva de Pacasmayo y te hace
pasar del Pacífico al Cantábrico”. Porque “en el mapa del corazón, los puertos
añorados están muy cerca y pueden ser recorridos con una sola caminata”. En Cudillero, apostilló, “encontré lo que
buscaba” y, desde entonces, “no pertenece a la geografía, es más bien un rincón
de mi alma”; un “lugar al que he sugerido viajar a muchos de mis amigos”.
La Fiesta Literaria de la Mar, “uno de los
mayores actos culturales de Cudillero”, en palabras del alcalde del municipio,
Carlos Valle, volvió ayer al complejo hostelero Lupa tras un año de ausencia
por culpa de la pandemia.
El presidente
de “Amigos de Cudillero”, Juan Luis Álvarez del Busto, fue el encargado de
abrir un acto que supuso “volver a la normalidad”, con la vista puesta en la
conmemoración de los 30 años de la asociación –desde el punto de vista
estatutario– en 2022. Álvarez del Busto prometió seguir trabajando por la
localidad “hasta que el cuerpo aguante” y recordó que “Amigos de Cudillero” “no
está para juzgar lo que hacen otros colectivos”, en relación a la polémica de
la Fundación Selgas.

Tras
la proyección de un vídeo con la interpretación de la Salve Marinera en
recuerdo a los compañeros fallecidos, subió al escenario el joven Alberto
Mayoral, de 12 años y alumno del colegio Paula Frassinetti de Avilés, ganador
del trigésimo noveno concurso literario “Cudillero, el pescador y la mar”.
Alberto, que vistió americana y camisa para la ocasión, demostró tener no solo
talento para la escritura sino también desparpajo para leer su obra “Xuan y el
mar” ante un numeroso público sin temblarle la voz.


A continuación, los aplausos fueron dirigidos
a la ex directora de general de Patrimonio Cultural del Principado Otilia
Requejo, a quien “Amigos de Cudillero” le concedió la XXII Insignia de Oro. La
arqueóloga, que fue presentada por el ex consejero de Presidencia Guillermo
Martínez, dijo que el premio “tiene un enorme significado emocional y
sentimental” y se lo dedicó a su padre pixueto, José Ramón. “Venir a Cudillero
y a San Juan de Piñ0era es estar en casa”, declaró.

El
plato fuerte del acto lo sirvió, no obstante, el escritor peruano y activista
Eduardo González Viaña, quien fue descrito por su amigo, el jurista Javier
Junceda, como “un creador imaginativo y audaz, referente indiscutible de la
letras en Estados Unidos”. “Tiene más premios que los que alberga la sala de
trofeos del Real Madrid”, bromeó Junceda. Su obra “El corrido de Dante”,
recordó, está considerada un clásico de la literatura de inmigración y Viaña es
un gran defensor de la lengua española. “Espero que con su magia junte las
aguas”, expresó Junceda, dando paso al escritor peruano, que justamente eso
hizo: unir América y España con sus palabras.

Su lectura fue magistral.
Empezó con la historia del chamán, continuó rememorando a su padre y sus
inicios en la escritura, y acabó entremezclando Pacasmayo con Asturias. “Es en
el mar donde se hallan ubicados los recuerdos. Y aquí, en este mar que no me
deja, vuelven las memorias más bellas y también las más tristes de mi vida”,
dijo. “Tal vez, en Cudillero –prosiguió– encontré lo que andaba buscando: el
recuerdo de mi infancia, la voz primera de mis mayores, el camino de las
gaviotas, el sueño interrumpido de mi adolescencia...”. El integrante de la
Academia Norteamericana de Lengua Española concluyó su relato con un párrafo
muy emotivo: “Hoy en Cudillero ya sé dónde estaré el tiempo que me quede. Sé
que estaré en cualquier lugar donde se erijan murallas contra los seres humanos
y haré todo lo que pueda por derribarlas. Ya está en los bordes del universo la
estrella que vendrá a llevarme, pero cuando mi voz sea apagada por la muerte, y
cuando me haya ido a los mundos de allá arriba, seré sombra que flota y
relámpago dormido para siempre, pero mi corazón ha de seguir confesando ese
canto de amor a Cudillero”.
El acto concluyó con una
breve actuación del coro “Peña Roballera” para dar paso a una comida a la que
asistieron, entre otras autoridades, el director general de Cultura y
Patrimonio del Principado, Pablo León; el rector de la Universidad de Oviedo,
Ignacio Villaverde; el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, y el presidente del
RIDEA, Ramón Rodríguez.












“En el mapa del corazón, los puertos
añorados están muy cerca y pueden ser recorridos con una sola caminata”
“Quizás en Cudillero encontré lo que
andaba buscando: el recuerdo de mi infancia, la voz primera de mis mayores, el
camino de las gaviotas...”
“Ya sé dónde estaré el tiempo que me
quede: en cualquier lugar donde se erijan murallas contra los seres humanos, y
haré todo lo que pueda por derribarlas”
M.G. SALAS
La
Nueva España 01 de Noviembre de 2021