Autor de 17 libros y nacido en Cataluña, se ha asentado en San Martín de Luiña, en la casa familiar paterna que visitó por primera vez a los 12 años.
Cuenta
el poeta afincado en San Martín de Luiña Manuel García Estadella que
le hubiera gustado ver a su padre leyendo alguno de sus poemas. No fue posible.
Cuando empezó a escribir escondía sus trabajos, los dejaba entre los libros de
lectura. No le gustaba contar su afición y tampoco quería descubrirla. Ha
pasado mucho tiempo desde entonces. Hoy ya cuenta con 17 libros publicados y
dedica parte de su talento a seguir con la escritura.
Tal
vez por aquellos primeros años “tenía miedo al qué dirán”, a ser juzgado.
Superado ese primer miedo, ahora escribe cada día. Lo hace sin prisa por su
condición de jubilado y con toda la inspiración que le brindan sus sentimientos
y su familia en su casa de San Martín de Luiña. Allí vive desde hace cuatro
años junto a su esposa, Gloria Álvarez, natural del mismo pueblo.
Manuel
García es un hombre cercano, apasionado de las lecturas de Federico García Lorca, Manuel Machado, Miguel Hernández y Rosalía de Castro. En su casa una gran biblioteca
recibe al visitante. “Ya no hay sitio para más”, dice risueño mientras confiesa
otra de sus pasiones: la historia. El escritor nació en Cataluña en 1950. Hijo
de padre cudillerense, conoció por primera vez la casa natal de su progenitor
en San Martín de Luiña cuando tenía 12 años. No olvidó ese momento y mantuvo
durante toda su vida presente aquel flechazo con Asturias. “Siempre que podía,
volvía”, recuerda. Por cosas del destino, por la presión de la rutina y por las
dificultades propias de la existencia humana, no fueron tantas como le hubiera
gustado.
Dedicó
su vida laboral a la contabilidad de una empresa de mamparas en Hospitalet.
“Nada que ver con la escritura”, relata mientras lanza una sonrisa. Sin
embargo, su pasión por componer y escribir siempre se manifestó en la
intimidad. Publicó su primer poema, dedicado a un sobrino que falleció joven,
en 1992. Fue su despertar al mundo de la edición y de la repercusión pública de
lo que se escribe. “Escribo mucho más de lo que publico, como muchos otros”,
dice. Más tarde, se lanzó a editar libros. En muchos de ellos su familia está
muy presente. Dedica un par de sus obras a dos sobrinos y tiene una buena
batería de poemarios inspirados en su esposa Gloria. También escribe un libro
de poesía cada vez que se cumplen ciertas efemérides: el cumpleaños número
cuarenta de sus hijos y el décimo de sus nietos.
Manuel
García muestra los ejemplares con gusto: “Son mis sentimientos”, confiesa.
También Asturias está presente en un extensa obra. Tiene versos sobre la España
vaciada, sobre la cultura de Cudillero, sobre los paisajes asturianos...
“Escribir es una vía de escape”, señala. Manuel García coge papel y boli y
empieza con una “primera palabra” que lo aleja, además, de algunos pesares
familiares que dice que le atormentan.
“Me
gusta hacer poemas, es una forma de desahogar”. Su mayor reto es ser reconocido
como el escritor que ya es. El próximo abril hará cuatro años de la mudanza a
San Martín de Luiña, donde ahora tiene un pequeño escritorio presidido por un
ordenador. Allí, “como quien dice”, desayuna. No hay mañana que no pase por
este lugar para enfrentarse al folio en blanco. “Si empiezas y sale, tienes que
seguir”, apunta.
De
cerca, le mira un retrato de su padre, el hombre padre de cuatro hermanos
(Manuel García es el menor) que heredó la casa familiar y la mantuvo con vida.
Ahora el matrimonio disfruta tranquilo de la jubilación mientras en ocasiones
se presentan actos sociales relacionados con la tarea de escritor de Manuel
García. El escritor catalán también forma parte de la asociación “Amigos de
Cudillero” y en el próximo anuario del colectivo uno de sus poemas estará
escrito en asturiano. De todas sus obras él propone una, “La soledad tan sola”,
“casi” su preferida.
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